Es uno de los inventores mas conocidos de la historia, quizá lo que no sepáis es que entre las muchas cosas que patentó este gran hombre se encuentra una máquina que, a pesar de haber sido diseñada para trabajos de oficina, a día de hoy la conocemos como la maquina de tatuar.
Y esta no es la única parte científica que hay en el mundo del tatuaje y que vamos a conocer hoy, puesto que para realizarlos es necesario tener amplios conocimientos sobre la fisiología de la piel, dado que ésta cada cierto tiempo se renueva, llevándose con ella partes de pigmento en caso de no hacerse correctamente.
Para que estas cosas no sucedan, el tatuador debe introducir la tinta en la dermis, capa intermedia que se encuentra entre la epidermis y la hipodermis, así pues una vez introducida la tinta en la capa correcta de la piel la estamos protegiendo del descamación y deterioro que puede producir diferentes agentes externos como puede ser la luz solar.
Además nuestro sistema inmune interpretara el tatuaje como la herida que es y enviará a los glóbulos blancos a “luchar”. Por suerte, aunque estos “guerreros” harán que parte del tejido tatuado quede un poco más degradado, las moléculas del pigmento son demasiado grandes para que nuestro cuerpo las expulse totalmente, por lo tanto el tatuaje (bien hecho por un profesional cualificado) perdurará en el tiempo.