Los motivos que pueden llevar a alguien a tatuarse son diferentes para cada persona y muy variados, por otro lado también lo son las razones que a veces nos llevan a arrepentirnos.

Están a la orden del día y desde hace muchos, muchos años. Es por esto que hace tiempo que la ciencia decidió estudiar sus ventajas e inconvenientes.

Para tatuar es necesario tener unos conocimientos básicos sobre la fisiología de la piel, es nuestro órgano más grande y tiende a renovarse cada cierto tiempo, pudiendo llevarse con ella el dibujo en caso de no haberse hecho correctamente.

Con el fin de evitar que esto ocurra, los tatuadores introducen la tinta en la dermis, una capa que, al ser más profunda que la epidermis, se encuentra protegida de la descamación natural y el deterioro ocasionado por agentes externos, como la luz del sol.


Aún así, nuestro sistema inmune detecta la tinta como un agente externo al cuerpo y va a hacer lo que sea posible por eliminarlo. Es por esto que las moléculas de pigmento que llevan las tintas de tatuar son más grandes de lo que nuestro sistema es capaz de eliminar y por este motivo termina “encapsulándolas” y es así como se quedan para siempre con nosotros.


Un estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Alabama, concluyó demostrando los efectos beneficiosos sobre el sistema inmune que tiene tatuarse. La primera vez que nos tatuamos, nuestras defensas se ponen en guardia ante la tinta que invade el organismo, sin embargo si volvemos a tatuarnos ocurre una especie de efecto vacuna, estas se terminan reforzando.


La culpa de que algunas personas se enganchen a los tatuajes la tiene la liberación de sustancias como las endorfinas, que son producidas por la glándula pituitaria y el hipotálamo y son la respuesta natural al dolor lógico de que nuestra piel esté siendo perforada por agujas. Esto actúa sobre los sistemas de recompensa del cerebro, produciendo una sensación de placer que se quiere volver a experimentar. (Dejando a parte lo guapos que nos vemos cada vez que nos miramos los tattoos).

Teniendo en cuenta las habilidades de dibujo, y los conocimientos que se requieren para el manejo de los colores y las sombras, hay otra cosa que a tomar en cuenta sobre la dificultad de tatuar algo en la piel, que hace que no cualquiera que sepa de dibujo pueda hacer un tatuaje. Cuando se está tatuando es realmente difícil ver lo que se está haciendo, debido a la sangre, la tinta y al equipo que se utiliza, por lo que los tatuadores prácticamente trabajan sin poder ver del todo bien el diseño que están plasmando en la piel.

Sin embargo, eso no es todo, otra de las dificultades es el hecho de que cada piel es diferente en cada persona, eso sin contar que la piel de una sola persona no necesariamente es uniformemente del mismo tipo o color; el artista debe aprender a tatuar sobre cicatrices, manchas, etc., sin que esto perjudique la uniformidad del dibujo, por lo que debe ser un experto en elegir los colores más adecuados según el caso. Este entre otros muchos motivos es parte del precio de un tatuaje, no sólo pagas el tiempo y el material de esa persona, también su habilidad y los conocimientos que requiere un tattoo de buena calidad.

 

¿Y tú, te animas a hacerte un tattoo?

 

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